Mis sexenios (24) José Guadalupe Robledo Guerrero.
Eliseo y otros en la revista “Criterios” La revista Criterios fue mi segundo curso de periodismo, allí con Adolfo Olmedo puse en práctica otros géneros periodísticos, principalmente la entrevista, y aprendí de la condición humana. Conocí la pequeña mentalidad de los políticos y de la gente pudiente de Saltillo. Como por arte de magia, los “amigos” que frecuentaban la antesala de “El Sol del Norte” dejaron de ir a saludar al director. Por fortuna ya los conocíamos.
La revista la inició Luis Horacio Salinas, quería tener un medio de comunicación para seguir denunciando al “Gordo” Castilla y a Jorge Masso. Luis Horacio nunca superó la bronca en que les dieron hasta para llevar a él y a Flores Tapia. A partir de la edición número 4 de octubre de 1984, Olmedo y yo nos hicimos cargo totalmente de “Criterios”, es decir económica y periodísticamente. El curso periodístico duró 85 números, hasta julio de 1986. En su momento contaré los motivos de nuestro rompimiento con Luis Horacio.
Para abril de 1985, Eliseo Mendoza Berrueto andaba en campaña por la diputación federal, y la oportunista jerarquía católica iniciaba su acostumbrada campaña de promoción del voto haciendo énfasis en la corrupción oficial, obviamente del PRI, pues era el único partido gobernante. Busqué entrevistar al obispo Francisco Villalobos Padilla para que me diera sus puntos de vista, pero no logré mi cometido hasta que una colaboradora de la revista, Irma Alicia Flores Mena me ayudó a conseguir la entrevista.
Las primeras preguntas fueron de calentamiento: Función social de la iglesia, teología de la liberación, , etc. Al obispo le molestaron mis preguntas, los jerarcas católicos están acostumbrados a decir toda una serie de barbaridades, con el chocante tono homosexual que aprenden en el seminario, sin que nadie los interrumpa o los cuestione. A los pocos minutos de iniciada la entrevista, el obispo quiso terminarla: “andale ya estuvo bueno, das más lata que una garrapata en el oido”, dijo haciéndose el chistoso. Insistí en hacerle la última pregunta, la principal, y aceptó.
La pregunta no tenía desperdicio: En un documento elaborado por los obispos exhortan a la ciudadanía a votar para terminar con la corrupción, ¿Cree usted que votando se terminará con la corrupción? La respuesta fue corta, llena de incoherencias y mentiras, el obispo estaba visiblemente molesto, y antes de que abandonara el lugar le receté otra pregunta: Si hay corrupción e inmoralidad en el gobierno y en la sociedad, ¿Ha fallado la iglesia en su misión? Iracundo, fuera de si, me respondió: “Entonces según tú estamos fomentando la corrupción. ¿Qué supones a ver? No nos vayamos a pelear aquí”. Le aclaré intención de la pregunta, el obispo se percató que estaba haciendo un deplorable papel y en su respuesta se respaldó en el evangelio. Ninguna respuesta dio a mi pregunta, fue lo último. Se paró, se despidió y se fue sumamente molesto.
Esta entrevista me enseñó mucho, convalidé mi opinión sobre los jerarcas católicos: intolerantes, oscurantistas, simuladores, dogmáticos e incapaces de debatir. Años después, el obispo Francisco Villalobos Padilla me invitó a su casa a cenar y me dijo que si quería llevara a algunos de mis amigos periodistas. Asistimos no más de 10 personas. En aquella ocasión hablamos de cuestiones culturales, pero “El Pitarreo”, Eduardo Aguirre Perales, hizo enojar al santo varón al preguntarle la razón por la que el papa Pío XII se había hincado ante Adolfo Hitler. El obispo logró ocultar su disgusto y le recomendó que ya no tomara vino, que le hacía mal porque decía barbaridades. Nos reímos y seguimos la convivencia.
Por esos días, mayo de 1985, Vanguardia publicó una nota que señalaba que en la casa del Secretario de Gobierno, Enrique Martínez y Martínez había una pista de aterrizaje clandestina, lo que motivó que EMM citara a una rueda de prensa para aclarar la situación. Enrique señaló que no cedería al chantaje y la extorsión y amenazó que si volvían a meterse en sus propiedades sin permiso como lo hicieron cuando tomaron la foto de la pista, se atuvieran a las consecuencias porque los iba a balacear, “los voy a chingar”. Al finalizar la rueda de prensa le mandó un mensaje a Armando Castilla: Dile a tu patrón, le dijo al reportero de Vanguardia, que vaya y chinge a su madre”.
Por esas fechas, Luis Horacio Salinas estaba haciendo pruebas para el diario que deseaba constituir. La primera prueba decía en sus ocho columnas: Cae Enrique Martínez, sube Edilberto Leza. Cuando le pregunté sobre la veracidad de la nota me dijo: Estoy seguro que De las Fuentes destituirá a Enrique, que será el primer Secretario de Gobierno que pase a la historia por haberle mentado la madre al propietario de un periódico. EMM se mantuvo en su cargo y el exabrupto fue olvidado.
En las páginas de “Criterios” habíamos ignorado la campaña a la diputación federal de “El caballero de la política” Eliseo Mendoza Berrueto, y cuantas veces lo mencionábamos era para pitorrearnos de sus declaraciones. En cierta ocasión, a principios de junio, Luis Horacio Salinas me habló para decirme que el candidato priista quería convivir con nosotros y me preguntó si yo estaría dispuesto a asistir a una cena con Mendoza Berrueto. No puse ninguna objeción, pero condicioné: que vaya solo.
Días después Luis Horacio nos citó a su casa “para la cena que tenemos pendiente con Eliseo”. Asistimos Adolfo Olmedo y yo, los otros era Luis Horacio y Eliseo. La plática duró varias horas y fue intrascendente. Procuré no hablar, ya sabía que EMB andaba en campaña, además muy poco tenía que decir. Mendoza Berrueto siempre fue un político gris, acomodaticio y servil. Sabía que Eliseo iniciaría su mejor época en la política, no había duda que sería diputado federal y líder de la Cámara de Diputados, y luego conseguiría la gubernatura de Coahuila, todo por ser de la misma cofradía de homosexuales que el Presidente en turno: Miguel de la Madrid Hurtado.
Poco antes de despedirse, Eliseo solicitó que lo entrevistáramos y como era lógico me comisionaron a mi para entrevistar al candidato priista. La entrevista se hizo, las preguntas fueron respondidas con demagogia, y como se estila entre los políticos Eliseo dijo que sobre el liderazgo de la Cámara no había nada y que la gubernatura estaba muy lejos, señalando que era una falta de respeto al gobernador hablar de ello.
Mi relación con Oscar Flores Tapia continuaba, casi a diario nos veíamos. Por ese entonces, OFT me dijo que estaba redactando otro libro, el que llevaría por nombre “La Denuncia”, cuyo tema central era la corrupción oficial en México. Como primicia me confió que uno de los políticos que serían objeto de análisis y denuncia en su próximo libro era el ex subsecretario de Gobernación, Jesús Roberto Dávila Narro. Desde un principio me extrañó que la corrupción fuera el tema del libro de Flores Tapia, pues él no podía escuchar esa palabra, porque se enfurecía. De todos modos yo lo dí a conocer a través de “Criterios”.
Un mes después, Flores Tapia me cambió la jugada y me dijo que le modificaría el nombre al libro que pronto aparecería, en lugar de “La Denuncia” se llamaría “La Intriga”, en donde daría los nombres y negocios de los personajes que habían participado en la intriga palaciega que hicieron en su contra. Para no desmentirse señaló: “también abordaré, como te dije, la corrupción oficial”. Pero por alguna razón desconocida el dichoso libro nunca apareció, ni se denunció la corrupción oficial ni a los corruptos, seguramente al ex gobernador lo convencieron de que era un error que hiciera denuncias y meditó bien la situación, percatándose que él era el menos indicado para hablar sobre la deshonestidad de los políticos y gobernantes mexicanos, y si lo hacía no había duda que tendría respuestas. Por tal motivo había decidido no apalear el avispero.
Por su parte Eliseo siguió recibiendo nuestras críticas, muchas de las cuales se centraron en su desarraigo, pues tenía más de dos décadas fuera del estado. Para agravar más la situación, el candidato venía del Distrito Federal rodeado de jovencitos desconocidos para los coahuilenses. Ya comenzaba a aparecer en Coahuila el que luego sería conocido como “El Tesorito”, Jesús García López, quien como tesorero estatal se enriquecería a la sombra del poder. De todos modos, salvo las críticas de “Criterios”, la campaña eliseista continuaba afianzándose y reuniendo en torno de su candidatura a los dóciles y acríticos priistas aldeanos.
Como era de esperarse, Mendoza Berrueto ganó en las elecciones la diputación federal con el 17 % de los votos de su distrito. De un padrón de 125,393 ciudadanos, sólo votaron por él 21,959. A principios de agosto se informó que Eliseo sería el líder en la Cámara de Diputados. En una de sus primeras declaraciones como Coordinador de la mayoría priista, Eliseo revelaría sus dotes de cómico al afirmar que: “El poder legislativo no está supeditado al Ejecutivo”.
La revista Proceso al mando de Julio Scherer le reviró a Mendoza Berrueto recordándole su servilismo con los Presidentes en turno. Eliseo había calificado a Luis Echeverría como “estadista visionario y valeroso defensor de los pueblos marginados”. De José López Portillo había reconocido “su firmeza de carácter y su patriotismo y entereza”. De Miguel de la Madrid Hurtado había dicho que: “opone la democracia al autoritarismo y el nacionalismo a la reacción”. Ese era Eliseo, al que Proceso calificó de “un diputado de minoría cordinará la mayoría”. En la legislatura lidereada por Mendoza Berrueto, la LIII, también se integraría como diputada federal plurinominal por el PST Magdalena García, esposa de Francisco Navarro Montenegro.
Para ese momento, los futuristas ya veían a Eliseo como gobernador de Coahuila. Otra vez José de las Fuentes era considerado como segundón a pesar de ser el gobernador en funciones. Pero JFR estaba preparado para protagonizar cualquier rol, pues el enriquecimiento que estaba logrando era una motivación suficiente para hacerla hasta de payaso.
De todos modos, “La renovación moral de la sociedad” seguía siendo el slogan preferido del Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, que se repetía constantemente mientras José López Portillo recorría Europa acompañado Rosa Luz Alegría, y Carmen Romano, Arturo Durazo, Guillermo López Portillo y otros pillos de la misma calaña seguían libres. Al mismo tiempo comenzaban a oirse con reiterada frecuencia los llamados de alerta sobre la ultraderechización del gobierno mexicano. El neoliberalismo de Carlos Salinas de Gortari iniciaba su ascenso con el apoyo del Fondo Monetario Internacional y la complicidad de los sectores empresariales, la jerarquía católica, los partidos políticos y los grandes medios de comunicación.
Mientras tanto, en Saltillo el Alcalde Carlos de la Peña Ramos iba de mal en peor, a tal grado que en una entrevista que le hice a la líder de colonias María Herrera me dijo que “El Cabal” les había fallado y que la administración de Mario Eulalio Gutiérrez había sido mejor que la de Carlos de la Peña. María amenazó con seguir presionando a la autoridad municipal para que se atendieran los problemas de los pobres. Estas declaraciones sugerían que el grupo de Luis Horacio Salinas tenía problemas con “El Cabal”, pues por ser de los mismos era inusitado que María Herrera se expresara así.
La entrevista se publicó íntegra con todos los señalamientos de la lider de colonias, quien al otro día de la publicación desmintió lo que me había dicho en los pasillos de la Presidencia Municipal ante un grupo de gente y el propio Alcalde Carlos de la Peña. Seguramente las desavenencias habían sido arregladas. Años después supe por el mismo “Cabal” que el problema con Luis Horacio había sido una cuestión monetaria. Al parecer le pedía más de lo que le podía dar.
En septiembre de 1985 entrevisté a Rodrigo Sarmiento Valtier, por esos días la situación entre el gobierno del estado y el periódico Vanguardia se había hecho tensa, y Armando Castilla había enfocado sus baterías en el poderoso subsecretario. Seguramente con el ánimo de contestarle a su crítico, Sarmiento me concedió la primera y la única entrevista que le hicieron en su función pública. Al igual que acostumbran los políticos y los delincuentes, Sarmiento negó todo: que no era el funcionario más cercano a JFR, que los “ataques” periodísticos lo tenían sin cuidado, que no tenía ingerencia en la UAC y negó que hubiera condicionado la solución de un problema de trabajadores rescindidos en el Hospital Universitario de Torreón a que Jaime Martínez Veloz y Mario Valencia Hernández dejaran de escribir en Vanguardia. Para ese entonces ambos ex funcionarios universitarios aparecían como editorialistas en el periódico que los había combatido durante el movimiento Pro Dignificación de la UAC.
Cuando le pregunté sobre su enfrentamiento con Vanguardia, Sarmiento Valtier fue inusitadamente franco, señaló que Armando Castilla había enderezado sus críticas contra el gobierno estatal, porque éste se negaba a darle dinero. Era claro que Sarmiento estaba denunciando al propietario de Vanguardia con la anuencia del gobernador, y que estaban dispuestos al enfrentamiento. Para mi esto era una primicia periodística. Adolfo Olmedo se disponía a publicar aquella entrevista cuando de repente Rodrigo Sarmiento solicitó que no incluyéramos lo que había dicho sobre Armando Castilla, y aceptamos, pues de nada servía que lo dieramos a conocer si el subsecretario negaría tales declaraciones, como lo había hecho María Herrera. Esto representaba que JFR había decidido negociar sus desavenencias con el propietario de Vanguardia.
Por aquel entonces, Oscar Villegas Rico ya había regresado a impartir sus clases en la Escuela de Jurisprudencia, mientras la lenta Auditoría que se estaba realizando de su gestión arrojaba para ese momento un faltante sin comprobar de 235 millones de pesos. Pero todo esto sería ignorado, los grupos políticos y el gobierno del estado ya había negociado sus desacuerdos a cambio de que todo siguiera igual.
Por esas fechas Adolfo Olmedo y yo tuvimos otra enseñanza. Resulta que para maquilar la revista nos involucramos en echar a andar una imprenta propiedad de Kerim Saade Charur que estaba ubicada por la calle de Obregón, y con mucho esfuerzo lo logramos. Allí editamos algunos números sin ningun problema, pues controlábamos todo el proceso de producción, pero un buen día Kerim nos pidió que nos reuniéramos. La razón de la entrevista era decirnos que ya no podría maquilarnos la revista, que lo sentía mucho pero que comprendiéramos su situación.
¿Qué situación?, le pregunté al comerciante, nosotros te pagamos por adelantado el trabajo. Ante nuesta insistencia por saber los motivos que le impedían seguir maquilando nuestra revista, Kerim se sinceró: “Es que no puedo seguir haciéndoles su revista, pues don Javier López del Bosque me pidió que ya no la maquilara. Entiendan, don Javier tiene influencia en todos los bancos, y mi actividad empresarial requiere de ellos, no quiero que me cierren el crédito”.
Era claro que nos habíamos quedado solos, los grupos ya habían resuelto sus desacuerdos, y con Eliseo en el poder se vislumbraba una nueva etapa política en el estado, que beneficiaría a quienes habíamos derrotado en la UAC. Se decía que Mendoza Berrueto era un político que provenía del establo de los López del Bosque, y en base a ello comenzamos a experimentar la marginación. Buscamos seguir maquilando “Criterios” en Saltillo, pero nadie se atrevía a hacernos el trabajo, por tal motivo recurrimos a la imprenta de Rogelio Cantú en Monterrey... y hasta la fecha seguimos en Monterrey.
En “Criterios” además de mi columna, yo entregaba una entrevista para cada edición, y en la publicación del 15 de noviembre de 1985 aparecía una entrevista con el gobernador José de las Fuentes Rodríguez en donde señalaba que “La unidad del estado ha sido nuestro principal objetivo”, lo demás era paja. El señalamiento de JFR era básico para comprender la situación en que se encontraba la política estatal. Para el momento, JFR estaba por terminar su cuarto año de gobierno y empezaría su recta final, la de preparar la entrega de la gubernatura. No había duda que el próximo gobernador sería Eliseo Mendoza Berrueto y que su primo, Arturo Berrueto González sería el principal hombre de sus confianzas.
Mientras la política coahuilense se recomponía entre los mismos a través de acuerdos en las recámaras del poder, el saqueo a que se habían sometido a todas las instituciones seguía dando que decir. Bibiano Berlanga, ex director del Ateneo Fuente, denunciaba que los bienes que había dejado a su muerte don Artemio del Valle Arizpe y que estaban custodiados por la UAC, seguían siendo saqueados. Esta declaración convalidaba la denuncia que yo había hecho a través de mi columna en “El Sol del Norte” en noviembre de 1983, en donde se decía que para entonces se había robado las principales y más valiosas obras y objetos de la colección de don Artemio.
En su Cuarto Informe de gobierno, José de las Fuentes había logrado reunir a todas las “fuerzas vivas” de Coahuila. Allí como un solo hombre, empresarios y políticos reconocieron la gran obra de gobernador, y en un ejemplo de armonía y civilidad se repartieron sonrisas y abrazos. Nadie podía imaginarse que meses antes, la lucha política había experimentado su más enconado enfrentamiento. Al parecer, la figura de Mendoza Berrueto y su destino manifiesto de gobernar a Coahuila había traido la cordialidad entre los adversarios que se disponían a limar asperezas, y a olvidar todos los agravios realizados al calor del combate.
A pesar de que no había duda que Eliseo Mendoza Berrueto era mano en la designación del próximo gobernador, los medios de comunicación iniciaron el acostumbrado juego de candidatear a todos los calefactos para la gubernatura, uno de los mencionados era el tesorero estatal Humberto Acosta Orozco, a quien logré entrevistar antes de que terminara 1985. La pregunta sobre sus aspiraciones gubernamentales era la más importante que llevaba en mi cuestionario, y la respuesta fue la esperada: “Mis aspiraciones futuras son terminar con eficiencia y honestidad la comisión que me confirió el gobernador”. Sin comentarios...
(Continuará).
La recta final del gobierno delasfuentista...